Érase una vez un reino con gente muy bonita que gustaba de trabajar y producir productos y servicios.
En este reino siempre se procuraba hacer lo mejor que se podían hacer las cosas, ya que de eso dependía que tuvieras mejores remuneraciones, el pescador conseguía los pescados mas grandes, que a su vez se los vendía al cocinero que se esmeraba tremendamente por hacer los mejores platillos para que los comensales quedaran satisfechos y dejaran muchos pesos, con los que el pescadero podía rentar su barco y el chef podía contratar arquitectos para remodelar su restaurante y así todos pudieran pagar impuestos para que el gobierno pudiera imprimir la moneda de intercambio de estas transacciones y cuidarlos a todos.
Hasta que un día llegó Mr B.
Mr B. Proponía ya no pagar impuestos al gobierno para generar la moneda y que las conchas del mar fueran la nueva moneda y propuso que por cada concha recolectada, esta tuviera un valor de un peso y así todo mundo pudiera hacer sus transacciones.
Todo mundo se puso muy contento y hasta el presidente del reino prefirió que se usaran conchas en lugar de recibir el impuesto por imprimir la moneda y hasta mandó a hacer al arquitecto proyecto de ciudad radial con una concha en el centro.
Al siguiente día todo mundo empezó a recolectar conchas de mar y sin pagar el impuesto a la moneda y luego se dieron cuenta que era mas rentable dedicase a conseguir conchas de mar, que a sus trabajos habituales, y así…
El chef compró unos grandes camiones diesel para transportar la mayor cantidad de conchas y así poderle pagar al arquitecto un proyecto de restaurante más grande, pero el arquitecto dijo que ya no quería hacer ni el proyecto ni la obra, pues ya tenía muchas conchas de mar para su retiro y luego vino pescador a decirle al chef que ya no podría entregar más pescado ya que Mr B. había comprado todos los barcos con las conchas y el restaurante tuvo que cerrar y el chef no tuvo mas remedio que venderle su restaurante a Mr B. que le pagó con conchas el triple de su valor.
Pero al día siguiente se dieron cuenta que todo mundo tenía conchas pero nadie tenía pescado y el único que tenía barcos para obtener el pescado era Mr B.
Mr B. dijo que las conchas ya no tenían ningún valor le rentó los barcos al pescador y al chef con la moneda del reino y contrató al arquitecto para hacer el restaurante más grande y regresó al gobierno a trabajar, para seguir imprimiendo moneda.
Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.